miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los indignados» de Marruecos


Por la pantalla, a modo de paredón, van desfilando los rostros de varios hombres fuertes del régimen de Mohamed VI. Aparece Mounir Majidi, su secretario particular; Fuad Ali Himma, amigo personal del rey y antiguo hombre fuerte del Ministerio del Interior; o Hosni Benslimane y Hamidu Laanigri, altos mandos de las Fuerzas de Seguridad acusados de abusos contra la población especialmente durante los conocidos como «años de plomo» de Hasán II, padre del actual monarca.

«Los hombres que fueron símbolo de los años negros de la historia de Marruecos continúan en sus puestos de alta responsabilidad. Y la corrupción y los métodos mafiosos rondan por todo el país, desde la pequeña administración hasta el corazón del Palacio Real», denuncia el Movimiento 20 de Febrero —uno de los principales grupos que animaron las revueltas en el país— en un comunicado en el que llama al boicot de las elecciones del viernes.

Los indignados de Marruecos, representados por este movimiento, señalan a aquellos altos cargos como pilares de un verdadero «Estado policial» y personajes que simbolizan la corrupción. Sabiendo de antemano que el resultado que salga de las urnas no les dejará satisfechos, ya han convocado para el 4 de diciembre un «día de la ira». Mientras tanto, seguirán saliendo a la calle para proseguir con sus protestas en decenas de ciudades del reino.

Acusan al soberano de haber diseñado una nueva Constitución —aprobada de manera mayoritaria por referéndum el pasado 1 de julio— que no recoge la separación de poderes y que fue elaborada sin tener en cuenta las voces críticas con el sistema. La nueva Carta Magna fue sin embargo aplaudida en el interior del país por la mayoría oficialista, y fuera por los principales aliados de Marruecos, entre ellos España.

Un rey omnipresente
En la Constitución, «el rey sigue siendo omnipresente. Es el primer policía, el primer imán, controla la política exterior y la interior…», se indigna Omar Radi, un periodista miembro del Movimiento 20 de Febrero, durante una rueda de prensa. Se mantiene el «despotismo» de Hasán II, fallecido en el año 1999, denuncia Radi, quien no oculta su deseo de que la participación el próximo viernes sea más baja que la de las elecciones de 2007, cuando tan solo acudieron a votar un 37 por ciento de los ciudadanos.

El movimiento 20 de Febrero nació impulsado por las protestas en otros países árabes, especialmente las de Túnez y Egipto. Está integrado, esencialmente, por jóvenes desencantados sin militancia política, islamistas del movimiento Justicia y Caridad —tolerado pero no legalizado— y varios pequeños partidos de izquierda. Han organizado manifestaciones por todo el país. Con frecuencia la Policía y grupos de «baltayía» —alborotadores a sueldo— se han ensañado con ellos. El Movimiento eleva a ocho el número de muertos en los últimos meses durante la represión.

La última vez que salieron a la calle en gran número fue el pasado domingo, ocasión en la que las Fuerzas de Seguridad se abstuvieron de intervenir. Claro que tampoco intervinieron los medios de comunicación oficialistas, con la agencia de noticias Map y las televisiones a la cabeza, que ignoran casi de manera sistemática las protestas.

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